Rodrigo Guendelman: “Esto sí que importa”

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Ella es rubia, alta, ojos azules, muy guapa, estilosa y estudió diseño industrial en una prestigiosa universidad privada. Adivinen a qué se dedica:

a) Es la dueña de una tienda chic en el Barrio Italia
b) Tiene un alto cargo en una empresa de diseño
c) Es modelo
d) Se casó y se dedica a sus hijos
e) Trabaja con presos en la Cárcel Colina II

La alternativa correcta es la última, la letra e.

Monserrat Flores es una emprendedora social y, desde que se tituló hace cuatro años, lidera el Proyecto Importa. Fíjense bien lo que hace: toma materia prima calificada como basura (revistas viejas, por ejemplo), le suma mano de obra inmovilizada socialmente (los reos) y crea collares, aros, pulseras, individuales, posavasos, muebles. Todos, productos preciosos, de muy buena terminación, que perfectamente se podrían vender en una tienda de la Quinta Avenida en Nueva York.

Esta idea, que nació en su cabeza después de ver cómo sus padres predicaban con el ejemplo, significa que decenas de presos de Colina II están hoy generando ingresos, mejorando exponencialmente su dignidad y preparándose desde mucho antes de recuperar su libertad para reinsertarse laboralmente.

Por si fuera poco, y mientras el proyecto Importa toma cuerpo y logra generar utilidades (hasta ahora paga sus costos), Monserrat enseña en tres universidades para financiar su vida y compartir sus conocimientos.Eso, señoras y señores, es lo que yo llamo una ídola, un pedazo de personaje, una heroína urbana. De carne y hueso. Grande. Nuestra.

¿Habían escuchado hablar de ella? Yo tampoco, hasta esta semana. Curioso, ¿no? Pero de Arenitas y Kenitas y Adrianas escuchamos todo el santo día. ¿No debiera ser la vida de Monserrat, que durante seis meses fue todos los días y por todo el día a trabajar a la cárcel, la que protagonizara el docureality de más rating? ¿No debiera esta mujer, fotogénica y estupenda por lo demás, estar compitiendo en un reality de emprendedores en horario estelar? Estoy seguro de que le iría espectacular y, de pasada, nos serviría a todos para replantearnos las cosas, para inspirarnos.

Es cosa de tomar a los muchachos más expresivos y carismáticos de los “100 líderes jóvenes” que cada año hace la Revista El Sábado de El Mercurio y podríamos tener varios programas que, así como entretengan a la gente, muestren el otro Chile: ese de cientos de cabros que están emprendiendo para hacer de este país un lugar más justo, más diverso, más respetuoso, más sexy y más inteligente. Son muchos. Cada vez más, pero nos conformamos con verlos en una revista apenas una vez cada doce meses. Mientras los medios nos machacan con gente unineuronal, floja, hueca y estúpida, en esta misma nación se está desarrollando una verdadera epidemia de gente talentosa y solidaria.

Vayan un día a conocer las oficinas de Un techo para mi país en San Joaquín para que vean la genialidad y juventud que abunda por esos lados. O conozcan lo que está haciendo Socialab: su director ejecutivo, Julián Ugarte, un tipo tan brillante como pintoso, podría perfectamente ser jurado de un reality de emprendimiento de nivel internacional. Tenemos el recurso. Son muchos los aperrados que están pensando en otro Chile.

Monserrat es extraordinaria, pero no es la única. Hay dos opciones. O mantenemos el statu quo, es decir, la miopía compulsiva de los medios de comunicación o cambiamos el paradigma, redefinimos la entretención y, sin querer queriendo, mejoramos este país con un tremendo ejemplo que podría venir de las pantallas de televisión abierta, de los diarios más transversales, la radio, las revistas y los medios de internet. Mostrando gente, ideas y realidades que influyen hasta lo más profundo, que producen admiración, que emocionan, que gatillan cambios, que crean realidad. Que sí importan.

Por Rodrigo Guendelman

www.guendelman.cl

Mujer y Punto